… El Capitán alzó la espada, se irguió cuan redondo era, miró a Hernán y sus ojos mostraron que la muerte sería la única solución. Y también que no sería la suya la que se cobrase aquella tarde. Fat, el más temido de los hombres que navegaban al sur de América, había sido cruel, violentoSigue leyendo «En la Isla de los gatos»
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En la Isla de los gatos
Fat trató de evitar el envite de Hernán, que erró en su intento de golpear a Fat y terminó golpeando contra un árbol, mientras el orondo capitán de La Marabunta lloraba tras haberse roto una uña en el mismo tronco del mismo árbol que había detenido el envite errado de Hernán. Montesimios, viendo el desastrosoSigue leyendo «En la Isla de los gatos»
La isla de los gatos
[…] Bonito recuerdo – Hernán acariciaba un hermoso felino de blanco pelaje con una joven esbelta, morena y bizca portando un arco a su lado- Pero ahora, hablemos de cosas serias ¿Cuánto estáis dispuesto a pagar por vuestras tripulaciones, capitanes? Sus hombres son ahora mio, los de ambos navíos. Y tengo especial encanto con lasSigue leyendo «La isla de los gatos»
En la Isla de los Gatos
Fat se dejó caer en el suelo, en redondo, como era. Y el estruendo sacó de su ensoñación a Montesimios; que se había quedado oteando el horizonte como si pudiera descubrir las patillas de Hernán en la lejanía. -¿Realmente se hará con las mujeres? –preguntó al fin el sevillano. -¿Lo dudas? Deberían llamarlo el camaleón.Sigue leyendo «En la Isla de los Gatos»
En la Isla de los Gatos
Los tres hombres corrieron por el campo, hacia el lugar en el que los sonidos se hacían más fuertes. La vegetación golpeaba sus piernas, y el orondo capitán comenzó a boquear cual vaca vieja en su desesperada carrera. El camino giró abruptamente y mostró ante sus ojos el estrecho cauce de un riachuelo. -Por elSigue leyendo «En la Isla de los Gatos»
En la Isla de los Gatos
Sentados en torno al fuego escucharon la historia del Hernán, señor de la isla de los gatos y conquistador del Perú junto a Pizarro. La carne pasaba de mano en mano para acabar en la boca de Fat, que mostraba una chorreante sonrisa en su engrasado rostro. -Busqué El Dorado demasiado, y allí dónde fuiSigue leyendo «En la Isla de los Gatos»
En la isla de los gatos
Pero por más que gritase el capitán solicitando a sus hombres cordura, era tal la cantidad de felinos que era imposible ser ajeno a sus caricias. Hombres y mujeres, marinos curtidos, soldados crueles, putas sin corazón… todos cayeron ante los engantos de los animales que daban nombre a la isla maldita. -¡Pero que mono!- susurrabaSigue leyendo «En la isla de los gatos»
La isla de los gatos
Los murmullos se unieron a los aullidos; hombres y animales se miraban desafiantes, como si la presencia de La Marabunta en la costa viniera a romper una calma perpetúa en aquella isla borrada de las cartas náuticas. Fat caminaba por la cubierta, ahora arriba, ahora abajo, entre la mirada preocupada de los presentes. Todos sabíanSigue leyendo «La isla de los gatos»
La isla de los gatos
La nave bogaba libremente, con los hombres tumbados en cubierta: ahora comiendo, ahora jugando a naipes, ahora cantando, ahora bebiendo, ahora borrachos. Desde el envite con Montesimios, La Marabunta vagaba a su antojo por el mar Océano, con los hombres desperdigados por el navío y hastiados ya de tanta paz. -Estoy harto de tanta agua-Sigue leyendo «La isla de los gatos»
El conde de Montesimios
El conde de Montesimios comenzó a reír con aquella risa clara y amigable que tan pocos le que conocía. -¡Serás Cabrón!- dijo -No, ese es otro y ya está muerto –repuso Fat -. Y él te habría matado para recuperar su barco, yo solo te invito a comer. -De acuerdo, está bien. Veamos quien comeSigue leyendo «El conde de Montesimios»