En la Isla de los Gatos

Fat se dejó caer en el suelo, en redondo, como era. Y el estruendo sacó de su ensoñación a Montesimios; que se había quedado oteando el horizonte como si pudiera descubrir las patillas de Hernán en la lejanía. -¿Realmente se hará con las mujeres? –preguntó al fin el sevillano. -¿Lo dudas? Deberían llamarlo el camaleón.Sigue leyendo «En la Isla de los Gatos»