Y Facebook lo mató…

Desde que facebook llegó a nuestras vidas todo ha cambiado. Pero, significativamente la forma de relacionarnos física o virtualmente. Si antes para lograr ver a alguien necesitabas un número de teléfono, ahora basta con dar tu cuenta de facebook (entre las nuevas generaciones esto se sustituye por instragam). Es más, aunque esa otra persona no te haya dado su cuenta, solo hace falta paciencia y un par de datos para llegar hasta ella. Algo que, por otro lado, me causa auténtico pavor.

Pero peor ha sido lo virtual, donde los blog han ido cayendo en el olvido y los blogueros se han ido trasladando hasta facebook. También yo he caído en ese error y aunque trato de subsanarlo y volver a pasar por aquí, sé que muchos de quienes en otro tiempo me leían hoy ya han dado por perdido.  Y, en cierta forma, es así ya que he perdido la costumbre de escribir —aunque solo sean unas pocas líneas— o de desarrollar en este rincón historias que luego ampliaba y crecían. En cierta forma, Catandur ha sido mi banco de pruebas, en el que testé a Jorge y a Pedro Cabrón; en el que comencé unas leyendas que —prometo— tras la vuelta del viaje de mi vida —allá por octubre— concluiré y prepararé para su publicación. 

Además, del fin de los blogs, se ha producido un daño colateral: desde Facebook y al calor de los [infernales] grupos han surgido nuevas «generaciones» (algunas queriendo asimilarse a las del 98 o del 27) de escritores que se retroalimentan lanzando miles ¡MILLONES! de publicaciones gratuitas o semi gratuitas (¡A un euro, oíga, por un eurito se lleva 300 páginas de la mejor de las mejores historias que jamas de los jamases haya leído! ¡Corran que nos lo quitan de las manos! Edición 3206 y subiendo) Y este es el peor «regalo» que nos ha dejado facebook y Amazón y Kindle…. la opción de que cualquiera que sepa juntar dos letras lance al ciberespacio sus libros como si de grandes obras se tratarán; mientras en facebook, amigos y otros escritores «generacionales» alaban, ensalzan y engrandecen lo creado. Y eso, a la larga, también ha afectado a los blogs, donde antes los autores lanzaban sus textos —algunos realmente buenos— y se basaban en el numero de lectores, en los comentarios o en el tiempo transcurrido en la página por el lector (sí, reconozcámoslo, todos lo hemos hecho) para saber si el texto tenía o no interés. Pero ahora el interés está en tener cuantos más amigos mejor, de esos que te dicen «que bueno eres, monito» pero jamás se leerán una página tuya porque lo que buscan es que tú leas las suyas.

Así que, al final, Facebook remató a los blogs, pero fue como la muerte de César: Brutus asestó la última de las 44 puñaladas; las otras, las dimos nosotros.

Publicado por Javi Fornell

Historiador y novelista. Amante de las letras y de los libros. Guía turístico en la provincia de Cádiz y editor en Kaizen Editores

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