Gabriel de Ayrolo y Calar,

Cádiz ha sido cuna de hombres y mujeres singulares, o los ha acogido hasta hacerlos hijos propios. Algunos han ido, poco a poco, cayendo en el olvido. Como el doctor Gabriel de Ayrolo y Calar, del que Lope de Vega llego a decir que:
De la provincia Bética en los fines
Mirando al horizonte, 
Cádiz de peñas coronó la frente, 
a quien respetan focas y delfines
por el alto blasón de Carlos V.
De las puertas del África distinto:
aquí Gabriel Ayrolo.
Es de las musas celebrado Apolo,
porque de las colunas [sic] de su genio
no ha pasado jamás mortal ingenio

Lope de Vega: Laurel de Apolo, 1630.

Poco sabemos del autor, más allá de que debió nacer antes del fatídico año de 1596 —lo que impide localizar su partida de bautismo— y que, en ocasiones, fue considerado de ascendencia mejicana, si bien su vida pública estuvo vinculada a la ciudad de Cádiz. Quizá, la creencia de su ascendencia mejicana venga vinculada a su labor dentro de las Reales Audiencias de Méjico y Sevilla, ciudad esta última en la que se imprimió la copia más antigua que conservamos de su famosa: Pensil de príncipes y varones ilustres (Sevilla, 1616) cuyas licencias de impresión recibió en Cádiz, ese mismo año. Obra que se abre una elegía a Guzmán el Bueno, seguida de textos dedicados a diversos sacerdotes gaditanos. Para luego seguir con diversos e ilustres personajes de su tiempo. 
Conocemos otros poemas del gaditano, como Laurentina. Poema heroico de la victoria que tuvo contra los holandeses D. Fa drique de Toledo Osorio, marqués de Villanueva de Balduesa, Capitán general de la armada real del mar Océano gente de guerra del reino de Portugal en el año 1621, día del Ínclito mártir San Lorenzo, por el Dr. Gabriel de Ayrolo Calar. Cádiz, s. a.
No podemos pasar por alto la existencia de un sermón del «doctor Gabriel de Ayrolo y Calar… natural de Méjico» con fecha de 1635 que tiene la autoría de Santo Hipólito y que, tradicionalmente, se vincula a nuestro hombre. Tal vez sea así, pero no debe obviarse que la mayor parte de su obra se desarrolló en la ciudad de Cádiz, como se demuestra de las —escasas— publicaciones poéticas que conocemos.

Al Excelentísimo señor don Manuel Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, Duque de Medina Sidonia, etc

El padre del desengaño
Duque excelso, y generoso,
Sin reparar en su daño
Deja de tu nombre extraño
Tanta memoria en el mundo,
Que por bueno, y sin segundo
Dice (cuando así te llama)
Que del templo de la Fama
Eres tú lo más profundo.

    Bien es que su templo labre
Con tan antigua nobleza,
Donde la naturaleza
Por verla sus puertas abre
De la escultura el filabre
Sirva de cielo inmortal
Al que con luz celestial
El diluvio le eterniza
Y acá su nueva ceniza
Nos da otro Fénix su igual.

   Resucita en ti la gloria
De aquella inmortal hazaña,
Que a sido el honor de España,
Y de los siglos Memoria
La sangre que es tan notoria
Del mejor Guzmán que ha habido,
En ti vemos que ha vivido,
Porque pongas a millares
Pyras, Colosos, y Altares
Contra el invidioso olvido.

   No se celebre el César Griego
Sus triunfos en Parangón
De tan heroico blasón,
Como el que a tu sangre entriego,
Pues como a su esfera el fuego
Va por natural costumbre,
Así porque más te encumbre
En eternos Simulacros,
De los Alcázares sacros
Toca la empinada cumbre.

   Al Gigante Filisteo
Corte el Pastor la cabeza,
Venza con heroica alteza
Tantos triunfos Macabeo
Con admirable Trofeo
El Duque que Moisés nombra,
Destierre la obscura sombra,
Que figure del Sol la esfera,
Pare a su voz la carrera,
Con que a todo el mundo asombra.

   En Imperial ministerio
Se muestre cauto, y astuto
El César, que mató Bruto,
Gloria del Romano Imperio,
Hasta el opuesto Hemisferio,
Donde su fama campea,
Con nuevo nombre se vea
El Teucro más valeroso,
A quien Aquiles famoso
Dio muerte espantosa, y fea.

   Ponga nueva fuerza al muro
De la ciudad sacrosanta,
El francés que la levanta
Por coronarse seguro
Sobre su celada Arturo
Orle cuando allá se parte
Con Cristisero estandarte
El Timbre de fino acero,
Y Carlo Magno severo
Saque de su cielo a Marte.

   Que si de varias naciones
Para dar al mundo ejemplo
Pone la Fama en su Templo
Estos insignes varones,
Sus más ilustres blasones
No se pongan en nivel
Con el tuyo heroico, y fiel,
Donde el amor paternal
Se vence, dando el puñal
Contra el inocente Abel.

   Ellos con gloria vencieron
Triunfos, y sucesos varios,
Y fue contra sus contrarios
Que tanto nombre les dieron,
Mas aquellos que vencieron
Con tan singular valor,
En sí mesmos el amor
Ha sido de alteza abismo,
Porque el vencerle a sí mismo
Es la victoria mayor.

   Esta tu sangre pregona,
Y por lo que en ti a dejado
della vemos un traslado
En tu excelente persona,
Blasona señor, blasona
Contra el Bárbaro Africano
Del hecho más soberano
que jamás hizo Español,
Ni aun (en cuanto alumbra el Sol)
Fue visto por hombre humano.

Publicado por Javi Fornell

Historiador y novelista. Amante de las letras y de los libros. Guía turístico en la provincia de Cádiz y editor en Kaizen Editores

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