Tengo que reconocer que me he aburrido de Facebook, Twitter y el voyarismo digital. Si antes me levantaba buscando el teléfono para ver que había colgado tal o cual persona, ahora miro los mensajes, el Mail y a otra cosa.
De hecho, poco a poco, estoy dejando de escribir allí: algún comentario si algo leído me interesa y poco más. Me aburre el intelectualismo de Google y echo en falta la mirada clara, directa. Disfruto cuando escucho una risa franca, real, que en el mundo digital ha sido sustituida por un xD. No encuentro sentido al 😉 cuando puedo guiñar cómplice en mitad de la calle.
Sí, me he aburrido de las redes sociales y echo en falta el contacto directo, las bromas, el «sino te lo dije, lo pensé». Porque ahora hemos pasado al «te lo digo, aunque no lo piense». Al amigos virtuales a los que jamás conocerás mientras dejas de lado a los reales; que comienzan a convertirse en borrosos recuerdo de lo que fueron.
Quizá eso es lo mejor que me he traído de Marruecos: las horas y horas pasadas de bromas y charlas con amigos mientras el Facebook esperaba callado en un apagado móvil escondido en el fondo de una maleta.