Siempre se ha dicho que el gaditano nace dónde le da la gana, pero hay algo aun más impactante: nunca digas «ese no es de Cádiz» y algo así me pasó hace unos días cuando -tras ver la serie Hastfield & McCoy- me dio por mirar algo sobre los grandes generales de la guerra civil americana. Un periodo que, por muchos motivos, siempre me ha atraído: ese mundo rudo, fronterizo, oscuro, de hombres crueles, de conquista y expansión que, en cierta forma, tiene tanto en común con el Cádiz medieval. Y fue entonces cuando topé con George Meade.
Pese a las dificultades económicas (o tal vez por ello), y como la de su hermano, comienza una carrera militar que le llevaría a participar en las grandes guerras del momento. Tras graduarse en 1835 en West Point participa en la segunda guerra contra los indios Seminolas -tras la que dejó el ejercito para dedicarse a su verdadera vocación: la ingeniería civil, hasta que en 1842 vuelva al ejército por la falta de trabajo-, en la guerra mexico-americana y, sobre todo, en la Guerra Civil americana, destacando su participación en la batalla de Gettysburg en el bando vencedor. Cuando el general Robert E. Lee lanzó su ofensiva contra Pensilvania, Meade fue el elegido para suceder a Hooker como comandante del Ejército, justo tres días antes de la decisiva batalla. Y, pese a ser felicitado por el Congreso de los Estados Unidos por haber logrado repeler los ataques tras otros tres días de sangrientos combates, también fue acusado de dejar escapar libre al ejército enemigo.
Falleció en Philadelphia el 6 de noviembre de 1872 tras sufrir una neumonía.
Como nota curiosa, tiene un descendiente de sobra conocido por los seriofilos: Mathew Fox