La vida es una tombola cantaba Marisol antes de volver a ser Pepa Flores. Y con su sonrisa angelical de la niña que enamoró a España nos mintió sobre la vida. La vida no es una tombola, no es la suerte la que marca nuestro camino, nuestro día a día. Son nuestros sueños y el esfuerzo que dedicamos a conseguirlo lo que nos mueve hasta el destino final. Y puede que el destino cambie a cada paso, puede que cometamos errores, que caigamos, que tropecemos una y otra vez con la misma piedra -o con piedras diferentes-; pero no existe el fracaso mientras aprendamos de cada golpe. Mientras nos levantemos y continuemos caminando, mientras luchemos por ellos, podremos conseguirlo.
Pero no hay suerte en ello. No hay suerte en trabajar por lograr lo que se quiere. Y no hay mala suerte cuando no se logra sin esforzarse; entonces hay otras cosas, que se pueden llamar de muchas maneras, pero no mala suerte. No cuando estás quejándote sentado en un banco sin hacer nada. Igual que no hay suerte cuando, mientras otros jugaban a rascarse la barbilla, tu trabajabas por conseguir experiencia.
Por eso, pese a todo los reveses, siempre hay que seguir caminando hacia lograr nuestro destino.