-Internet es una fuente inagotable de sabiduría- decía el joven pelirrojo de la primera fila- He googleado el nombre de Elena Gutierrez. Es curiosa la cantidad de datos y teorías que aún surgen en la red sobre ella. Hay algunas descabelladas, más propias de un manicomio –Márquez afirmó con la cabeza. Durante la investigación recibieron todo tipo de llamadas que iban desde el secuestro de la niña por una banda organizada de prostitución hasta su abducción por extraterrestres-. Las más repetidas –continuó el alumno- hablan de la presencia del Cardenal Helmuth en la ciudad y lo vinculan con casos de pederastia reconocidos en Estados Unidos y Alemania; y con alguna extraña desaparición coincidente con sus viajes por América Latina. Ninguno fue nunca reconocido y no ha sido acusado nunca formalmente.
Se detuvo para coger aliento y otro joven, sentado a su lado y que no había parado de teclear en el ordenador continuó su relato, como si se tratasen de una misma persona. El viejo policía pensó que ambos trabajaban en equipo, y la actitud de las tres chicas sentadas tras ellos le llevó a convencerse de que así era. Al menos en ellos cinco había logrado despertar la curiosidad, mientras que el resto del aula se mantenía más o menos atenta pero no predispuesta a participar en aquel juego de investigación.
-Helmuth estaba aquel día en la ciudad, por lo que es normal que aparecieran rumores sobre su implicación en los hechos. Pero hemos encontrado una noticia más que curiosa, tanto nos llamó la atención que hemos querido ahondar algo más en ella –se detuvo para que una de las chicas le pasará unas notas en un cuaderno-. Hemos encontrado el nombre de la niña en una página web alemana de reciente creación. Ya sabe toda la expectación creada en torno a wikileaks, pues está tiene un cierto parecido: destapa los secretos más feos del Vaticano. Y justo en medio de un montón de datos sobre como asesinar al Papa, aparece el nombre de Elena ¿sospechoso verdad?
-Sí, por supuesto que sí- ojalá ellos hubieran tenido esas facilidades entonces, aunque no entendía a donde querían llegar sus alumnos ¿Qué tenía que ver el Vaticano? –¿Qué más tenéis?
-En el informe, supuestamente realizado por el Sodalitium Pianum, una suerte de Servicio Secreto del Vaticano, que investiga a los miembros de la curia residentes dentro de las murallas pontificias. En él se recoge el interrogatorio a un sacerdote ordenado por Helmuth y que era sospechoso de varios asesinatos, entre ellos el de un mafioso calabrese: Pietro. Que fue enterrado en España, lejos de los suyos. ¿Adivina en que Iglesia? –no necesitaba adivinarlo, había estado en su entierro-. Efectivamente, en la misma en la que desapreció Elena.
-Eso no es ningún secreto –respondió Márquez-, todos sabíamos dónde se enterró. Cierto que nunca se nos pasó por la cabeza que hubiera sido asesinado por un cura, pero bueno. Es Italia, ya se sabe. De todas formas, no veo la relación con Elena.
-En el informé –la palabra la tomó la chica rubia que seguramente había sido quién tradujese la web ya que era de padre alemán- se recoge que Helmuth ordenó asesinar a Pietro después de que este blanquease las cuentas de la orden. Y que fue él quien ordenó su entierro precisamente en aquella iglesia, y no en otra, para encubrir un asesinato previo: el de Elena. Según el sacerdote-soldado, Helmuth había organizado una fiesta durante su presencia en la ciudad, y se le había ido de las manos. La niña había sido la víctima involuntaria. Tuvo la mala suerte de pasar por el lugar equivocado a la hora equivocada. Por supuesto no hay un solo dato que lleve a pensar que el cardenal fuera el asesino material, pero sí que fue durante una de sus, de sobra, conocidas fiestecillas. Ahora los huesos de la niña y el mafioso descansan en la Iglesia.
-Esa teoría es descabellada, aún así, la investigaremos más a fondo. Si los documentos realmente surgen del Vaticano pueden ser buenos. Moveré unos hilos, intentaremos exhumar los restos y a ver qué pasa.
Cogió el teléfono y llamo a una vieja amiga: la jueza Benítez aún se mantenía en su puesto y, como él, nunca dio por cerrado el caso.