A veces hay que mirar atrás. Ver todo lo bueno que te ha dado la vida durante años. Respirar hondo y saltar. Saltar hacia delante, buscando un camino que debe abrirse bajo tus pies. Que debes recorrer recordando que cada hecho pasado ha pasado por un motivo. Y que cada uno de esos motivos te han hecho ser cómo eres y te han dado fuerza para caminar seguro sobre este mundo.
Un mundo que no siempre es un camino de rosas. Que en ocasiones se llena de espinos (al fin y al cabo, las rosas tienen espinas para recordarnos que hasta lo más hermoso tiene un precio), pero que se abre con esfuerzo, con apoyo de los que tienes al rededor y con ilusiones.
Y en eso ando ahora, buscando nuevas ilusiones que acompañen a las viejas. Que sustituyan a las que se diluyeron con el tiempo. A los que se han borrado definitivamente hasta convertirse en un borrón en la agenda del año terminado.
Sí. A veces, hay que mirar atrás. Recordar todo lo bueno que la vida te ha dado. Dar gracias por ello, y saltar hacia delante.