Hay sitios a los que uno suele acudir con cierta regularidad por alguna razón no siempre comprensible. Otras veces, se vuelve una y otra vez por una razón muy clara. Y esto último es lo que me pasa con el Feng Shui de Sancti Petri (tienen otro en Jerez).
Las razones son claras:
1º El propio restaurante, en un edificio exento, decorado con elegancia (es un restaurante oriental, no el chino del barrio), y con un patio/jardín que en verano es uno de los mejores lugares para disfrutar de la gastronomía oriental. Ni tan siquiera los mosquitos (te ofrecen gentilmente repelente) pueden molestar una buena velada.
2º La comida. Debería sobrar esta razón, pero hay que incluirla por la calidad de la misma. Desde el «tradicional» sushi hasta algunas de las especialidades de la casa como la ternera a las 5 especias.
3º El personal. El trato de los camareros es, sencillamente, genial. Entre la educación que requiere el sitio y la cercanía tan propia andaluza.