Creo que hace una leve brisa, nada del otro mundo: levante gaditano dicen que se llama. Una de las razones fundamentales por la que los recreacionistas gaditanos son queridos en cualquier campamento que se precie; y es que cualquiera capaz de montar una sombrilla en Tarifa un día de levante, es capaz de montar toldos y tiendas resistentes a las inclemencias.
Pero hay algo más importante: el levante forma parte de nuestro ser. Lo llevamos metido en el cuerpo y en la mente. Dicen que, muchas veces, la genialidad viene acompañada de la locura, y el viento de marras vuelve loco a cualquiera. Así Cádiz, la ciudad con más paro de Europa, es la ciudad con más artistas por metro cuadrado. Ya sean pintores, músicos, cantantes (que no son lo mismo), escritores, poetas o caleteros, tanto da. El arte, ese que en Andalucía se escribe con h y se pronuncia con j aspirada, parece haber encontrado su lugar en este rincón.
Pero como no siempre lo bueno viene junto, esa genialidad trae el egocentrismo, el artisteo local. Y eso jamás se lo perdonaré al levante.