Indiferencia

Hay canciones que dicen mucho, que hacen pensar, que traspasan el tiempo para hacerse eternas. Una e ellas es «Solo le pido a Dios» (que yo os comparto en la versión de Ana Belen y Antonio Flores) y que casi deberíamos repetir como un mantra muchos de los que hoy hemos amanecido. Pensar que no podemos ser indiferente al dolor de tantas y tantas personas que sufren por la crisis, económica y de valores, que están solas en sus casas, que fallecen sin una mano cercana que les sirva de consuelo.

No ser indiferentes a las guerras que asolan nuestro mundo en República Centroafricana o en Sudán, o en Ucrania. No ser indiferente a las injusticias que se repiten cada día: la del niño que no puede ir a la escuela, la de la mujer que es menos por ser mujer; no ser indiferente al sufrimiento de todos esos que tienen que abandonar sus casas para buscar un futuro, sea cogiendo un vuelo de Rynair a Alemania o cruzando el maldito Estrecho de Gibraltar en lanchas de juguete.

No ser indiferente al asesinato de una persona en una plaza pública solo porque sea un cargo público. No podemos caer en el «no existe la justicia» o el «echemoslos a balazos», no podemos ser indiferentes ante el valor de la vida humana por encima de todas las cosas.

No podemos ser indiferentes a lo que nos rodea, no podemos caer en el pasotismo del «si yo estoy mal», de olvidarnos del necesitado porque si lo hacemos nuestro mundo estará acabado y, entonces, se cumplirá eso de que no hay peor enemigo que el propio hombre. Y, desgraciadamente, en pleno siglo XXI, hay mucha indiferencia. Por eso hoy levanto la voz y le pido a Dios que no me haga indiferente.

Sólo le pido a Dios 
que el dolor no me sea indiferente 
que la resaca muerte no me encuentre 
vacía y sola sin haber hecho lo suficiente. 

Sólo le pido a Dios 
que lo injusto no me sea indiferente 
que no me abofetee la otra mejilla 
después de que una garra me arañó esta suerte. 

Sólo le pido a Dios 
que la guerra no me sea indiferente, 
es un monstruo grande y pisa fuerte 
toda la pobre inocencia de la gente. 
Es un monstruo grande y pisa fuerte 
toda la pobre inocencia de la gente. 

Sólo le pido a Dios 
que lo injusto no me sea indiferente 
si un traidor puede más que unos cuantos 
que esos cuantos no lo olviden fácilmente. 

Sólo le pido a Dios 
que el futuro no me sea indiferente 
desahuciado está el que tiene que marcharse 
a vivir una cultura diferente. 

Sólo le pido a Dios 
que la guerra no me sea indiferente, 
es un monstruo grande y pisa fuerte 
toda la pobre inocencia de la gente. 
Es un monstruo grande y pisa fuerte 
toda la pobre inocencia de la gente.

Publicado por Javi Fornell

Historiador y novelista. Amante de las letras y de los libros. Guía turístico en la provincia de Cádiz y editor en Kaizen Editores

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