Ahora que ando pensando en mover mi biblioteca particular y que trato de reorganizar en mi mente cómo será la nueva ubicación y cómo irán los libros, me doy cuenta que en estos años, además de conseguir una buena biblioteca histórica, he conseguido algo más. Al repasar las estanterías veo nombres como Jesús Maeso, Cañadas, Pilar Paz, Rosario Troncoso, Carmen Moreno, Alejandro Medina, Ana Sofía Pérez-Bustamante, Eduardo Flores, Rafa Marín, Pilar Vera, Rafael Sadoc, Benitez Ariza, Benitez Reyes, Palma Medina, Javier Castro, Serrano Cueto, Montiel de Arnáiz, y tantos otros que no puedo ni nombrarlos.
Eso me hace darme cuenta de que, poco a poco, junto a los grandes de la literatura -y los no tan grandes pero que conservo- he ido creando una sección propia de autores gaditanos, recopilando lentamente muchas de esas obras que han salido en los últimos años y que, también sin quererlo, se han convertido en referente en mis lecturas, intercaladas con aquellos autores que siempre tuve cerca -ya fuera Mankell, Lerroux o Verne-.
Y lo cierto es que me agrada eso. Me gusta saber que junto a una buena colección de historia medieval y otra de historia de Cádiz, también la literatura tiene sitio entre mis cosas.