Mi mamá trabaja.
Es casi lo primero que aprendemos en la vida después del «mi mamá me quiere». Y es cierto: mamá (la mía y la tuya) trabaja y mucho. Puede que no cobre sueldo y que no sea directiva de una importantísima firma comercial, pero trabaja y lo hace como una mula.
Por eso, quizá, este día me parece absurdo: porque olvida a una gran parte del género femenino que trabaja y mucho, que se parte los cuernos y las uñas por los suyos; que no tienen un día propio, porque hasta en su día terminan trabajando.
El trabajo en la casa está infravalorado. Eso de «soy ama de casa» sigue sonando a insulto, cuando pocas profesionales hay como ellas. Se menosprecia a quien no trabaja en la calle y eso es el peor insulto a la propia mujer, sobre todo cuando muchas veces el menosprecio viene de otras mujeres .