Ya queda menos. Después del paron invernal llega retomar la vida recreacionista, tan parada en el sur, tan viva en el norte.
Comenzar a organizar el traslado, los coches, los materiales, la gente para ir a uno de estos encuentros es lo más aburrido de ellos; y a su vez lo más necesario para poder pasar dos o tres días al calor del fuego en el campamento medieval.
Durante años he querido ir a Montiel, pero, por una causa u otra, nunca lo he conseguido. Este año, por fin, podré ir. Recorrer los pasillos que recorrió Don Pedro I el Justiciero; pasar la mirada por los campos soñando ver a las huestes del bastardo Trastamara asediando al rey; creyendo oír al maldito francés preparar la traición al rey legítimo; sintiendo como el Príncipe Negro huye del combate.
Montiel, para mi, no es un lugar más. Es el centro de la más apasionante historia de nuestro medievo: el final de un rey y de una dinastía.
Ya queda menos… Este año sí