De 2014

Con el año nuevo son muchos los que hablan del pasado como una época de crisis, en la que la mala fortuna y la mala praxis de nuestros gobernantes se han dado la mano para hundirnos en la mayor de las miserias. Una miseria que, en muchos casos, consiste en no poder tener 4G en el móvil de última generación para poder quejarnos a través de twitter de la mierda de vida que nos ha tocado vivir. Pero que olvida que en toda crisis hay muchos factores.
En estos días es fácil oír que el Estado tiene que cumplir con sus obligaciones y que debemos tener derecho a derechos que no son recogidos en nuestra constitución. Derechos basados en el Derecho Natural (derecho a una vivienda digna) que aquí se confunden con la obligatoriedad del Estado (que somos todos) en darte todo lo que tu creas tu derecho. Y esa es una parte de nuestro error y uno de los causantes de nuestra crisis. El gratis total se ha convertido en ley de vida. Más en un país donde el esfuerzo ha quedado relegado para seguir el gran-hermanismo. El mínimo esfuerzo para conseguirlo todo. El país en el que el libro de Belén Esteban se convierte en un Best-Seller para narrar la historia de una chica de barrio que se tira a un torero de provincias y, después de una vida de desamor, drogas y televisión acaba convertida en la princesa del pueblo, la LadyDi hispana.

Un país en el que al generación Ni-Ni ha llevado a gala el no hacer nada y vivir del Estado. En el que la educación se ha convertido en un juego de niños en mano de ineptos y ha convertido la cultura en subvenciones al cine mientras nuestros infantes terminan sus estudios sin saber poner las «haches». Y un país que abandona la cultura es un país abocado al fracaso; un país sin cultura es un país de borregos incapaces de pensar por ellos mismos. 

Y cuando no se piensa por uno mismo, únicamente cabe seguir lo que dicen las masas, creer que todo lo que viene en internet es real, asumir que tenemos más derechos de los que tenemos y ninguna obligación. Más en España, la patria del Lazarillo de Tormes, donde la picaresca se ha convertido en modus vivendi y la corrupción del político se convierte en el «sin IVA» del ciudadano de a pie.
Por eso, sin querer ser agorero, me temo que el 2014 no será más que la continuación del anterior; que seguiremos sumidos en una crisis de la que tardaremos mucho en salir ya que lo primero que debemos hacer es readaptarnos a nuestra situación real. Dejar de creernos ricos y recuperar aquellos aspectos que nos dieron fuerza en otro tiempo, empezando con la Educación formal y personal. Recuperando valores como el esfuerzo y el sacrificio para alcanzar nuestras metas; pero sobre todo, recuperando la capacidad de pensar por nosotros mismos.

Publicado por Javi Fornell

Historiador y novelista. Amante de las letras y de los libros. Guía turístico en la provincia de Cádiz y editor en Kaizen Editores

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