Se acabó la Navidad. Ya ha terminado el día importante para los cristianos y termina la fiesta religiosa más importante. Y, como en años anteriores, en los que parece que para ser «moderno» hay que estar en contra de la religión católica (por supuesto no de otras), se han reproducido las mofas sobre el cristianismo. Y lo peor es que muchas parten de una premisa falsa: que los creyentes somos tontos.
Así nos tratan al querer demostrarnos una realidad que conocemos desde antes que ellos: que Cristo no nació en diciembre. ¡Por supuesto que no!, como tampoco nació el año 1. Cualquier cristiano con base de conocimiento conoce que el catolicismo es una religión sincrética, que ha ido tomando lo mejor de otras para incorporarlo a su tradición y su liturgia. Eso no hace que mi fe como católico valga menos, porque sé que es una religión que se basa en un mensaje, rodeado de una simbología que provienen de otras muchas. Al fin y al cabo ¿acaso existe más de un Dios? Por supuesto que no, todas las religiones llevan a lo mismo: resolver un profundo problema humano. Hablamos, por supuesto, de la muerte y el más allá; pero también hablamos un mensaje del aquí y ahora.
Y eso es lo importante del Cristianismo y lo importante de la Navidad para los cristianos. El día 25 de diciembre celebramos el nacimiento del Mesias, del rey de los pobres, del que trae un mensaje claro de amor y solidaridad, de apoyarnos unos a otros.