El fin de semana pasado se celebró en Aldea del Rey (a unos 20 minutos de Almagro) la I Recreación Histórica Calatrava la Nueva “sacro convento”. En lo alto de una peña, en mitad de la nada (o casi) nos reunimos unos 100 recreadores para devolverle la vida a las vetustas piedras que, por cierto, han sufrido una de esas restauraciones tan propias del pasado siglo y que hacen imposible saber qué es real y qué no.
Junto a los compañeros y amigos del Grupo de Recreación Fortún de Torres (con ese nombre no puede ser más que jerezano) y junto a viejos y nuevos conocidos. He pasado uno de esos fines de semana que se recuerdan durante mucho tiempo. Y no solo por las casi 5 horas de guardia que me han tocado realizar entre la armería y la ciudadela; sino por los ratos pasados, las bromas, las risas, y el espectáculo de ver cobrar vida a una fortaleza construida por los presos moros de las Navas de Tolosa y con las mismas piedras sobre las que descansa.
Sé que para quienes ven esta afición desde fuera, puede parecer más que un juego: viejos disfrazados que se unen cada cierto tiempo para creer que viven en otro tiempo. Y en parte es verdad, pero con cada recreación acercamos un poco la historia a quienes acuden a visitarnos (varios centenares en Aldea del Rey, por ejemplo). Y lo hacemos desde el respeto y el rigor. Y, sobre todo, sin molestar a nadie.
Una experiencia que no puede explicarse desde fuera, y que crea compañeros de armas en una afición que es relativamente reciente en España, pero que lleva años dándose por toda Europa. Tanto que es fácil escuchar eso de “llevamos 40 años de retraso”, aunque de recreación a recreación, de año en año, se ve una brutal mejoría en los diversos grupos que hace que todos queramos el más y mejor. Por mi parte me queda esperar a la próxima. Mucho no debe faltar.