La Edad Media es muy dada a discursos épicos y a gritos de guerra que se extendieron hasta convertirse en parte de nuestra historia. Quizá el más conocido de todos sea el Santiago y cierra España lanzado al aire, por primera vez, en las Navas de Tolosa y que causó pavor en toda la Europa de los Austria: desde Napolés hasta Flandes. Un grito que conllevaba honor, lucha, fuerza, fe, fidelidad a la corona, testarudez, casi Luchar hasta la muerte como en Rocroi. Superar la adversidad como en las Navas. Apoyarse en el hombre del soldado que luchaba junto a ti para avanzar un paso sobre otro hasta caer sobre el enemigo.
Sin embargo, hay gritos menos conocidos, como el que lanzaron cientos de gaditanos y jerezanos cuando, cogidos de la mano, realizaron cabalgadas en tierra de moros. Cuando marcharon a Berbería buscando riquezas y sangre. Un grito tan diferente que saca la sonrisa al escucharlo: Lanza y oro.
Los gaditanos, aquellos que llevaron el terror a las costas vecinas, extendieron su grito como mantra que les protegiese en la batalla que ellos arrastraban en sus navíos. ¡Lanza y oro! fue el lema de una ciudad cargada de piratas y corsarios que vieron en el mar, en la lucha contra el fiel y el infiel, la mejor forma de hacer grande a su ciudad.
Ya me veo los titulares de la prensa norteafricana de la época: \»Nuevo ataque terrorista de fanáticos religiosos cristianos\». Y en la calle, el facha de costumbre diciendo: \»¡Hay que acabar con esa chusma española que viene a robar porque en su tierra están muertos de hambre\». Jajajaja.
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jajajajaja… En este caso la religión les daba un poco igual. Que lo mismo iba a Agadir que a Madeira
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