Ando preocupado, mucho, muchísimo. Yo, que era un ser racionalmente loco, ando ahora sobrado de cordura. Y eso es negativo, mucho, muchísimo. Bien es sabido que la locura es compañera de la genialidad y si mi locura desciende mi ingenio le sigue de la mano. Y mis textos se vuelven serios, hablo de política, hago análisis de actualidad y hasta soy capaz de hablar de fútbol.
Y no lo entiendo, porque no me encuentro en momento de tristeza existencial, todo lo contrario. En estos días estoy exultante, hasta insultante si es necesario. Feliz como una perdiz –que nunca he sabido por qué es feliz la perdiz si va acabar en la cazuela del príncipe azul y la princesa Disney- por motivos desconocidos para el gran público, para el mediano y para el pequeño, pero que son míos y de nadie más.
Pero, mientras escribo estas letras, me doy cuenta que mi seriedad existencial ha venido de la mano del estudio del ingles, because the English is very serious, así que he decidido que, antes de convertirme en tipo gris como el tiempo que nos acompaña estos días, volver a los orígenes y recordar el inglés más básico: