La puerta se abrió de golpe y Echevarri entró sin anunciarse. Navarro estaba sentando en la desvencijada silla, de espaldas a un escritorio repleto de viejas carpetas. Estaba ensimismado con un expediente y no se percató de la entrada del viejo forense.
-Deberías comer algo –dijo Echevarri lanzando sobre la mesa la grasienta bolsa de una hamburguesería-. No ganas nada pasando hambre.
-Hay cosas que no cuadran, Vasco- le dijo pausadamente-. Podría ser una casualidad, pero algo huele mal. Vale que desaparezcan dos personas en cuatro años pero ¿los dos novios de la misma chica? Ella debería ser el detonante. Algo en su vida es lo que conduce a estas desapariciones pero… ¿y si no fueran los únicos desaparecidos en Cádiz? Quizá eso nos abra una ventana para saber que pasó aquella mañana.
-Pero no hay constancia de más desapariciones en la ciudad.
-Esa es la cosa, que sí las hay –entregó la carpeta al forense-, al menos hay cuatro extrañas desapariciones sin resolver. Se dio por hecho que se habían ido por voluntad propia pero ¿y si hubo algo más? Revisando los casos he encontrado una única similitud: todos eran varones. El primero de ellos, tenía 22 años, vivía en la calle de la Palma y era estudiante de Empresariales. Salió un sábado camino de Algeciras para ver a sus padres y ni llegó ni volvió a Cádiz. Según el informe, se sospecha que se fue a vivir de forma alternativa a un pueblo catalán, pero lo cierto es que en casi cuatro años no se ha puesto en contacto con nadie. Aún así la investigación se cerró.
>>El segundo –continuó- tenía 65 años. Vivía en Puerto Real y padecía de Alzheimer. Se dio por hecho que se perdió y falleció en las salinas, pero su cuerpo no se encontró nunca. Al tercero ya lo conoces, el novio de Elena que se marchó a Marruecos. Y el cuarto desapareció hace unos seis meses. Seguro que has oído hablar de él. Un crío, 17 años recién cumplidos, pero toda una promesa del fútbol gaditano: el tal Koke que desapareció sin dejar rastro tras las críticas recibidas por una noche de juerga en un desplazamiento con la selección sub-18.
-Sí –dijo Echevarri- como para no recordar el caso del futbolista. Toda la prensa hablaba del efecto de la presión sobre los jóvenes deportistas. Llegaron a decir que se había suicidado nada más aterrizar en España, pero lo cierto es que nada se sabe de él desde que el taxista lo dejase en la puerta de su casa.
Los dos hombres se miraron y se lanzaron sobre las carpetas. Miguel, el novio de Elena había ido en taxi hasta la estación de autobús, igual que Juan, el universitario; Koke había vuelto en un taxi desde el aeropuerto; la última persona que había visto al viejo portuense fue un joven cerca de una parada de taxis.
-Y Pedro no se había montado en el autobús, así que debió coger un taxi para ir al trabajo –dijo Echevarría- Por fin hemos encontrado una conexión entre las cinco desapariciones. ¡Eres un genio Navarrol!
-Pero los taxistas siempre fueron diferentes –dijo el inspector tras ojear sus notas.