He descubierto que tengo un vicio, de esos que no me dan vergüenza reconocer: tengo adicción a los libros. No solo a leer, algo que ya sabía, también a comprar. Pero no cualquier libro, claro. Para una lectura rápida, de esas de sofá o cama, me vale cualquier edición de bolsillo, pero para incluir en mí biblioteca comienzo a buscar otro tipo de obra. Libros que, aún editados recientemente, destacen por su edición, por la calidad de su encuadernación, por sus textos, por los comentarios anejos al propio libro y un largo etcétera. Tengo el gusto de contar entre mis joyas modernas (alguna antigua pulula también en mis estanterías) con obras comentadas de Sherlock Holmes –siempre a la espera de una publicación completa de Sir Arthur, en la que poder disfrutar de las locuras del Brigadier Gerdard o de las aventuras del profesor Challenger, o una recopilación de todos sus cuentos y novelas históricas-; algo similar me ocurre con Allan Poe, cuyo ejemplar ahora anda a buen recaudo en la mesa de mi hermano. Y en estos días me he hecho con la magnífica edición de la Alicia de Lewis que ha publicado recientemente Akal. Incorporando las ilustraciones originales de Tenniel, la obra recopila las dos historias escritas por Carroll sobre Alicia: en el País de las Maravillas y A través del espejo; pero cuenta además con los comentarios y anotaciones de uno de los mayores conocedores del mundo creado por Charles Dodgson (esto es, Lewis Carroll) como es el matemático y ensayista inglés Martin Gardner. Y es que no siempre una buena biblioteca necesita de llenarse de obras de hace siglos, muchas veces se encuentran grandes ediciones actuales que hacen que nuestras propias bibliotecas den un salto de calidad.
Algo, por cierto, que no pasará con los e-book. El papel, aun mohoso y oliendo por el paso del tiempo, es un tesoro que no deberíamos perder.