Después de “24” Kiefer Sutherland tenía complicado deshacerse del estigma de Jack Bauer tras interpretarlo en 8 temporadas y una película. Sin embargo, con “Touch” parece que el hijo del mítico Sutherland puede lograr desembarazarse del papel de salvador del mundo. O no. En los tres capítulos emitidos de la nueva serie, Kiefer se mete en la piel de Martin Bohm, el padre viudo de un niño autista –Jack- con un extraño don: ver el mundo a través de los números, lo que le permite disolver la línea temporal que separa el presente del futuro. Y eso hace que Bohn se convierta en el salvador del mundo, del mundo pequeño, cercano, el de cada ser individual con su propia historia, una historia que se une a la del resto por los invisibles hilos de la vida y la casualidad.
Y en cada capítulo esos hilos se van a hacer visibles y con cada historia nos dejan una moraleja, como si de un cuento se tratase. Aún así, con o sin moralismo, Touch se convierte en una buena opción para disfrutar de la televisión. Una seriede calidad con una de las intros más cuidadas en tiempo: luminosa y magnífica, como para advertirnos que nos encontraremos ante un canto a la vida, ante un grito de esperanza sobre la sociedad en la que vivimos. Pese a todo, pese a la crisis, pese a la oscuridad que parece atenazar muchas almas, aún hay una segunda oportunidad. La misma que Kiefer Sutherland parece buscar para dejar de ser Jack Bauer.
Claro que tendrá un gran handicap: sobreponerse a la presencia de David Mazouz -Jack- cuya aparición borra de la escena a cualquier otro personaje: en su silencio, con la mirada perdida, como un pequeño fantasma que se mueve lento por un plató que parece girar entorno a él, se convierte en el centro de la serie.