Hay momentos en la vida en la que hay que tomar decisiones drásticas. Decir hasta aquí, sin medias tintas, sin medias verdades. Sin dar un paso más en falso, andando con la certeza de estar en la senda correcta. Un momento en el que no vale el «mañana lo hablamos», ni «el después lo vemos». Es ahora o no será nunca. No vale el arrepentimiento posterior, no vale el pensar en oportunidades pérdidas. Hay momentos en el que las decisiones tomadas marcan para siempre, son un antes y un después en la vida de las personas. Decisiones motivadas y sopesadas durante mucho tiempo que, finalmente, acaban marcando nuestra propia historia.
Y ahora es el momento de decidir y de pensar. Sabiendo que, correcto o no, no habrá vuelta atrás. Sin sentimentalismos, sin lágrimas ni llantos, sin miradas al pasado ni a lo que pudo ser y jamás será. Este es el momento; mi momento, mi decisión, mi lugar y mi hora. Lo que tenga que venir, vendrá. Lo perdido no se recuperará. Ya estoy harto, cansado, hastiado de mantener esperanzas vacuas, de creer en un futuro incierto. Ha llegado el momento de dar el paso al frente, de sustituir las esperanzas por futuro; de dejar de creer para crear.
Alea jacta est!Se echó el dado!Suerte!
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No creo en la suerte, solo en el trabajo. Pero gracias
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