Llevo todo el fin de semana sin pasar por aquí, sin escribir en este blog y sin decir nada de nada. Ni sobre la vida, ni sobre los carnavales ni sobre nada que merezca ser contado. Pero es que hay veces que es mejor parar un par de días, descansar, centrarse en otras cosas y dejar la mente en blanco. Pasear al sol que estos días nos visita y dejar que los dedos recorran los teclados creando historias para ser leídas por otros.
Y en eso he andado este fin de semana, paseando por la playa de mi pequeño paraiso hasta comprender las palabras de Antonio de Torquemada en su «Jardín de Flores Curiosas»; dejando que las olas de la playa se conviertan en el único sonido que acompaña al teclado y que mi mente divague llenando el horizonte de velas surgidas de otras épocas. Buscando entre las sombras de los pinares a asesinos armenios que huyen de la justicia gaditana; soñando con cuentos e historias para leer a otros. Y descansando, antes de salir para dos días de trabajo en Madrid aprovechando que Andalucía está de vacaciones.