Ayer comenzó el carnaval de Cádiz. Un carnaval cuyas preliminares nos va a costar a los gaditanos solo en derechos de televisión unos 80.000€ -más todo el gasto de la emisión en directo del concurso, algo que no debe ser barato- y eso me lleva a preguntarme si, en esta época de crisis, el carnaval no debería moderarse. Pensemos que las preliminares comienzan ya en el Falla. Desde hoy hasta finales de febrero, cada noche se abrirán las puertas del teatro -también para sesiones infantiles y juveniles- lo que supone un gasto de luz, agua, mantenimiento, limpieza, seguridad, personal -desde azafatas hasta tramoyistas-… Si ya de por sí abrir un teatro es deficitario ¿cuanto nos costará este despilfarro carnavalesco?
Y ahora, vayamos a la calle. Desde hace mucho el sábado de carnaval se ha convertido en un macrobotellon con turistas de una noche, que vienen cargados desde su casa y que ni siquiera compran su alcohol en la ciudad; sin embargo, el gasto de limpieza y seguridad se dispara y nuevamente, sale de nuestros bolsillos.
Igual que salen las subvenciones para los carruseles de coros -sin importar que llueva o truene el gasto se va a realizar- ¿cuanto nos cuesta que salgan?. A eso le sumamos tablaos repartidos por toda la ciudad, los diferentes actos gastronómicos con sus respectivos planes de seguridad y limpieza, propaganda institucional, iluminación, plan especial de limpieza con la puesta en servicio de cientos de urinarios públicos -y aún así tarda días en eliminar los olores a orín por la poca educación del personal- y sobre todo, el pago de derechos de autor -se rumoreaba que este verano el Ayuntamiento había pagado 500.000€ en este concepto, aunque no he podido contrastar el dato, mientras son muchas las empresas que cierran o despiden por la falta de pago municipal-
Pero el carnaval no se queda ahí: también tenemos concurso de tanguillos y de romanceros; elección de ninfas adultas e infantiles -recuerdo del antiguo machismo de tener una niña mona que represente la fiesta-; el pregón, la presentación del carnaval en Madrid (¿realmente es necesario ese gasto?).
En definitiva, en una época de recortes debido a la crisis, el Carnaval -circo romano del gaditano- parece carecer de cualquier atisbo de vergüenza por los gastos realizados.Y para colmo, existe una opacidad en su cuentas bastante llamativa -llevo varios días intentando encontrar los presupuestos del presente Carnaval sin lograrlo, pero soy torpe en esos menesteres.
Y esta critica no quiere decir que el Carnaval deba desaparecer; algunas letras, algunas agrupaciones y algunos autores bien merecen el reconocimiento de todos por la genialidad que manifiestan. Más de una vez y de dos y de tres, se me han puesto los pelos de punta escuchando letras carnavalescas pero eso no es razón suficiente para que, cuando tanta gente se está quedando en la calle en nuestra ciudad por impagos del propio Ayuntamiento, no moderemos los gastos que conlleva esta fiesta que, de por si, representa el exceso.
Y para que no digan que soy contrario al carnaval, una de esas letras que ponen los pelos de punta: