Anoche -hace unas horas como quién dice- me reencontré con dos amigos de esos que de pronto entran en tu vida sin avisar. Aunque, para ser sincero, el que entró sin llamada previa fui yo. Hace ya dos años que recorrí Europa mochila al hombro, vaivén de tren y buenos amigos en una experiencia inolvidable. Pero, sin duda, lo mejor de aquel mes de carreras por andenes, cucarachas en hostales, estaciones de mala muerte, miedos de quedar tirados en cualquier frontera y muchísima diversión fue conocer a personas como Pascal y Fany. Con ellos recorrí una parte de Suiza de tal forma que, el día que Disney tenga visión y compre los derechos de Cabrón, me iré a vivir a los Alpes, recordando que por aquellos valles corría Heidi seguida de Niebla.
Pero, ante todo, encontré a dos personas que me abrieron -sin conocerme- las puertas de su casa y que ya hoy forman parte de mi vida. Una vida que, de vez en cuando, se entrecruza como anoche, cuando juntos echamos una tarde de risas y puesta en común, que nos servirá para mantenernos al día hasta el día que volvamos a vernos.