Estamos ante un tipo autóctono que rezuma localismo por los cuatro costados. Viste los colores de su equipo del alma y hace gala de ser más local que la propia ciudad. En el caso de la costa gaditana se le diferencia de la masa por vestir con la camiseta del Cádiz CF todos los días del año y por rebuscar en esa gracia gaditana de la que hace gala el gaditano para sonsacar la sonrisa del viajero, y lo hace a base de tópicos: el gaditano vago, el gaditano gracioso, el pillo que te dará coba y un largo etcétera que conllevan un viva la Viña y que «bonita mi ciudad cuando llega el carnaval». Un humor y un saber estar que, pasados los primeros 30 segundos, acabará convirtiendo al tony rodríguez en un ser pesado y falto de gracia que, más que sacar sonrisas, sacará gestos de desagrado.
El tony rodríguez, además, siempre será el centro de la fiesta y, en caso de no serlo, buscará la forma de acaparar la atención hasta lograr que todo giré entorno a él. No en vano el es el espíritu de la ciudad y sus gente: el humor hecho persona, la ciudad caminando para deleite del viajero y hasta del amigo.