Hay veces en la que es bueno detenerse, mirar a la nada durante unos minutos y pensar en nuestra propia existencia. Mantener un silencio que es bueno para el alma, que permite cerrar las heridas del corazón y dejar que la razón tome el mando una vez más.
Hay veces en la que es bueno cerrar los ojos, mirar al pasado durante unos minutos y pensar en nuestro propio futuro. Soñar despierto con el mañana y llena de ilusión el alma, respirar hondo y dejar que la locura tome terreno a la razón.
Momentos que hay que vivir, sin esperar y sin pensar, sabiendo que cada segundo es mejor que el anterior y que el posterior. En los que pasado y futuro se convierte en un mismo presente en cada instante. En vida digna de ser vivida, en historias que llenan nuestras alforjas. Momentos que es mejor no perderse pues en cada rincón aparece una sopresa que nos alegra.
Hay veces en las que es bueno pararse, cerrar los ojos y recuperar el sentido de nuestras vidas para saber que, solo un minuto después, todo se vendrá abajo y se transformará para marcarnos un nuevo rumbo en este extraño camino que es el vivir.