Declaración de intenciones

La pasada semana, un alma caritativa me llamó facha. Se ve que en este país la intolerancia, la incultura y el olvido de lo que ha sido nuestra historia está ganando terreno y personas como yo –que ni vivimos ni defendemos la dictadura franquista- nos vemos abocados a ser tachados de fachas cuando expresamos que somos participes, por ejemplo, de la monarquía. Lo más curioso es que esos mismos, que por supuesto se autodefinen de izquierda, se olvidan que la Republica no tiene color político, y que fueron muchos los republicanos “de derecha” que también dieron su vida defendiendo la tricolor. En mi caso, al final, y viendo cómo anda el patio,voy a hacer algo que me había propuesto no hacer: explicar en este pequeño rincón cuales son mis ideas políticas.
1º – Soy católico, no lo niego y es algo que todos saben. Casi obligatoriamente tiendo hacía una democracia cristiana que no existe en este país, pero si en otros del entorno. ¿Significa eso que crea que el estado debe ser confesional? Pues no, creo que la religión entra dentro de lo privado, aunque deben respetarse sus manifestaciones públicas (igual que con cualquier otro grupo socio-cultural), pero que no debe inmiscuirse en política como Institución. Igual que creo que la religión debe estar fuera de las escuelas pero que en las clases de historia no debe olvidarse que somos un país de tradición católica y que la explicación de esto es inseparable de la enseñanza de nuestro pasado.
2º. Soy monárquico, pero dentro de un sistema democrático donde la figura del monarca tan solo tiene un papel representativo como “embajador” fuera de nuestras fronteras, y como elemento unificador de las Españas. También creo que es necesario cerrar la transición definitivamente con un referéndum sobre nuestro sistema político. Sé que llegado el caso serán pocos los que acepten el resultado. En estos días, exponiendo esto mismo, he llegado a escuchar que hasta que se instauré una republica no se terminará el problema, y que si la mayoría quiere seguir con una monarquía –y este país es monárquico y ha quedado demostrado con los resultados de IU en las elecciones- habrá que seguir debatiendo hasta que se consiga. Y en esto no estoy de acuerdo: si la mayoría elige libremente seguir con una monarquía habrá que aceptarlo, exactamente igual que si ocurriese lo contrario, todo lo demás será caer en la dictadura.
3º Creo en la España Federal. España siempre ha sido un conglomerado de reinos unidos por una Corona, pero diferenciada cultural y políticamente. La transición dejó a medio camino el cambio, quizá por miedo a la desmembración del Estado, dando lugar a este hibrido carísimo llamado “Estado autonómico”. Se debería potenciar las autonomías frente a un gobierno central que debería quedar casi recluido a políticas necesariamente comunes con 4 o 5 secretariados adscritos a Presidencia: Interior, Política Exterior y Defensa, Hacienda, Educación, y Economía.
Por supuesto creo que las jefaturas del ejército y la policía, aunque vinculada a las decisiones tomadas por el gobierno, deben ser autónomas para lograr una división real de los poderes. Igualmente deben desaparecer  las injerencias políticas en el cuerpo judicial y fiscal.
4º Pienso que es necesario un cambio en el sistema electoral: los parlamentarios actuales ¿trabajan? al servicio de sus partidos, pero no son representantes de sus electores. Esto cambiaría con una elección directa de representantes, lo que a su vez conllevaría una disminución del gasto público. Por supuesto, listas abiertas y fin de los privilegios obtenidos la entrar en política.
5º Vinculado a lo anterior, defiendo el sistema unicameral: No creo en el Senado. De hecho, ni siquiera sé para qué sirve excepto para aumentar el gasto público.
6º Cambio en el sistema sindical, actualmente vendido al mejor postor y vinculado, siempre, a un partido político.
Así que, resumiendo, me considero demócrata y creo que, sin ser perfecto, el mejor modelo político es el del Estado Federal unicameral, con la Corona como mero elemento decorativo y representativo de la unidad de esa federación. Por supuesto, no me siento de “derechas” y creo que los extremos siempre son negativos porque llevan a la intolerancia y la sin razón y que el centro es el mejor de los lugares posibles, solo así se podrá obtener lo mejor de cada uno.

Por último, temo la radicalización que se está produciendo en los sectores más jóvenes de la socidad -si bien esto es algo común a todos los tiempos-, porque se llega a situaciones absurdas en las que las palabras se convierten en ataques e insultos y, lo que es peor, está trascendiendo a otros sectores sociales.

Publicado por Javi Fornell

Historiador y novelista. Amante de las letras y de los libros. Guía turístico en la provincia de Cádiz y editor en Kaizen Editores

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