Navarro se sentó en su mesa, dejándose caer con todo su peso sobre la mesa mientras el ordenador se encendía. Miró la foto que tenía en el escritorio, su esposa y sus tres hijos. El mayor, Manu, tenía 23 años, la misma edad del chico muerto. Los otros dos, gemelos, no habían cumplido aún los 15, sonrió pensando que eran fruto de un viaje a las islas griegas para celebrar el matrimonio. Negó con la cabeza.
-¿En qué piensas, Manolo?- Echevarri, con una de sus características camisetas de colores, se sentó frente a él- No te hagas mala sangre, hombre, no es tu hijo.
-No es eso –repuso- pensaba en que todos los años, por carnavales, tenemos muchos problemas. El alcohol está destrozando a nuestra juventud.
-Ahora me dirás que tú no bebías en tus tiempos.
-No así, ayer le destrozaron la cara a una chica de un botellazo y hoy nos encontramos con esto. Podría haber sido cualquiera, este niño no era de aquí, había venido por carnaval y estaba pasándoselo bien con sus amigos y le han arrancado la vida. Todo por una puta casualidad de estar en el sitio equivocado a la hora equivocada.
-¿Estás seguro de eso último? –Navarro miró al vasco sin terminar de comprender- Yo no creo en las casualidades y tú no deberías tampoco. ¿Has hablado ya con sus amigos?
-Aún no, estamos tratando de localizarlos, pero no es fácil, aún es demasiado pronto. Seguramente pensarán que triunfó anoche y que está con alguna chica en su casa o en la playa. Hemos intentado localizar a los padres –dijo mostrándole el móvil- pero en los números marcados como casa y papá nadie coge el teléfono. Y tampoco queremos dar la noticia antes de que la familia lo sepa.
-La prensa ya lo sabe –Echevarri señaló con la cabeza a una joven periodista del Diario -. En menos de una hora lo sabrá toda la ciudad.
-Odio Cádiz. Odio el carnaval.
El móvil comenzó a sonar. La pantalla táctil marcaba un nombre: Cholo. Los dos hombres se miraron y Navarro descolgó.
-Sí
-¿Dónde estás, tío?- la voz se silenció durante unos segundos –Loco ¿eres tú?
-Soy el inspector Navarro, de la policía nacional ¿está usted en Cádiz? Sería bueno que pasaras por la comisaria.
-¿Qué ha pasado?
-Será mejor que venga ¿dónde está? Si lo prefieres podemos ir a buscarte.
El joven asintió y dio una dirección. Navarro colgó el teléfono y pidió un zeta para que fuese a por el amigo del chico asesinado. Volvió su mirada a la foto y a Echevarri
-Realmente crees que no ha sido una casualidad.
-Habrá que ver, pero no creo en las casualidades. Deberíamos saber que ocurrió antes de que el chico desapareciese, con quién estaba y por qué sus amigos no se han preocupado por él hasta ahora y no me digas que es carnaval. Algo más debió pasar y eso es lo que debemos averiguar. Esperemos a que llegue el amigo, y comencemos a tirar del hilo, a ver hasta donde llegamos.