Pero que poca vergüenza tiene el ser humano. Ahora que Alejandro Sanz, adalid de la libertad de expresión y gurú del progreso africano, eleva su grito al cielo defendiendo los derechos de autor, parece que todo pirata informático, prestos a enriquecerse con el sudor del otro, tiene la sana intención de copiar todo lo copiable y hasta lo no copiable. Pero, señores, formalidad. Si desean ustedes leer la historia de Cabrón sin comprarla, váyanse a una biblioteca, que, como las meigas y el cerebro de Zapatero, haberlas haylas. Y es que, es de poco inteligentes venir a buscar copia pirata para descargar al blog personal del autor de dicho libro.
Aunque, si quieren que les diga la vedad, el hecho en sí me parece gratificante y hasta un halago a la obra de este que escribe y que, ni de lejos, se cree merecedor de que alguien pierda su tiempo buscando copia digital de Llamadme Cabrón, sobre todo porque eso significa que alguien ha creído que la obra bien merecía ser dada a conocer en otros foros y ha perdido aún más tiempo digitalizándola y subiéndola a la red.
Pero, siento decirles, que igual que aquí no encontraran enlaces a películas porno ni a ninguna otra descarga, tampoco encontraran un vínculo secreto para liberar en la red de redes a mi pequeño Cabrón… O tal vez sí, pero en ese caso, deberían descubrirlo sin mi ayuda.