De DYC y otros

Tener una casa, como la de David, era peligroso para nuestra salud y nuestra sobriedad. Para nuestra salud porque cometimos barbaridades en aquella casa dignas de ser contadas. Para nuestra sobriedad porque fue en aquella casa donde, quien más, quién un poco menos, todos comenzamos a hacer nuestros pinitos con el Chivas de 12 años.Sigue leyendo «De DYC y otros»

V. El aviso

-¿Soy el rey?- preguntó Jaume con cara de asombro.-¿Vos?… por supuesto que no,- dijo el higerment- ella es la reina. Mi amigo se sentó junto a Annet, tirado en la arena y mirando el cielo con el gesto contrariado. Annet se acercó al enorme animal: -Yo la reina… ¿de dónde? ¿Cómo puedo ser reina deSigue leyendo «V. El aviso»

Silencios reflejados

Silencioso mira la blanquecina luz que le devuelve la pantalla. Sus ojos acuosos brillan levemente reflejando en la inmesidad de la nada su tristeza. Sonríe ante nadie, ante todos, esperando contestación a sus palabras. Escribe despacio, comprobando cada letra mientras el sonido de sus dedos chocando contra las teclas llena el silencio de la estancia.Sigue leyendo «Silencios reflejados»

Una carretera para huir del mundo

Hacia mucho tiempo que un libro no lograba mantenerme pegado a sus páginas sin pestañear, pero la Carretera de Cormac McCarthy ha logrado que acompañe a sus protagonistas sin pausa alguna. Tanto que, ni tan siquiera, me ha permitido cambiar ese pequeño recuadro donde les informo de lo que ocupa mi tiempo lector en cadaSigue leyendo «Una carretera para huir del mundo»

IV. El guerrero, el mago, el rey

Me quede parado, paralizado, observando el brillo de la espada, blanca, como el viejo tronco que había cogido Jaume. La sangre y el agua se confundían y resbalaban hasta mi mano. Solté la espada, y vi como se convertía en un tronco a mis pies. Busqué a Jaume y su rostro me indicó que algoSigue leyendo «IV. El guerrero, el mago, el rey»