Lo primero que sorprende es una carta no muy extensa, con una veintena de platos -que refuerzan esa idea de «si no sabes para que te metes» que me asalta cada vez que me enfrento a centenares de opciones para comer- sencillos y claros: ensaladillas, croquetas, pollo,… que aparecen en la mesa con una magnifica presentación y en, más importante aún, con cantidad suficiente para reponer fuerzas después de subir los 2’5 millones de escalones (escalón arriba, escalón abajo) de la Mina Secreta del Rey Moro. Ahora ¡ten cuidado con lo que pides! pues un salmojero andaluz, por arte de magia, se convierten en «papas aliñas» en una Ronda independiente.
Aunque solamente se encontraba abierta una parte del local, la visita al interior muestra una inmensa cristalera con vistas al río -no al puente- y la sierra, y una zona más pensada para copas que para comida. Decorado con sofás, estanterías y zapatos de diseño de todo tipo y tacón.
1º.- La calidad de sus tapas.
2º.- La limpieza
3º.- La situación
Lo peor:
1º.- Que el salmorejo no sea salmorejo.
2º.- Que no se pueda pagar con tarjetas (temporalmente, espero)
3º.- Las mesas altas
Valoración:
Servicio: 7
Calidad de la comida: 7
Local: 9
http://comeycallle.blogspot.com.es/Diseño: 9
Localización: 10
Dónde encontrarlos:
c/ José Aparicio. (calle peatonal frente a la Plaza de Toros)