Me ha ocurrido una desgracia desgraciada… he destrozado la pantalla de mi móvil. Diría que casi muero del disgusto, pero mentiría. Bastantes desgracias acontecen en este mundo para que yo venga a quejarme de algo tan nimio.
Sobre todo cuando, entre los daños colaterales, he vuelto a leer (más) y por fin estoy disfrutando de la lectura. Ha sido una revelación, como si el hecho de que se haya partido la pantalla del móvil viniera acompañado de un rasgón en esa tela invisible que me ata a internet (que nos ata a a tantos).
Así que, dentro de lo malo, ha traído algo muy bueno.