Ahora, cuando estoy al otro lado y soy yo quien plasma en un papel todos esas cosas, sé que hay algo mucho más importante que la lectura: el escribir. Desde que el hombre es hombre, tuvo necesidad de dejar un recuerdo físico de sus pensamientos, de sus ideas, de sus aventuras, fantasía, odios, ira, humor, sueños, anhelos, razones… una espiral de experiencias que, con otras muchas compartidas por otros muchos, nos permiten ver el mundo de forma diferente. Más abierto, más pleno.
En cada libro subyace un pensamiento, una vivencia de su autor que desea compartirla con todos. O con nadie. A veces, solo hace falta dejar plasmado en un folio los fantasmas que nos atormentan. Pero aún así, cada uno de ellos, desde el mejor hasta el peor de los libros; es una historia que merece ser leída.