No pienso cambiar mi forma de ser y pensar por más que vea como los ineptos, egoístas y arribistas copan logros que a mi se me niegan.
No pienso hacerlo ya que, al menos, me miro en el espejo orgulloso de quien soy y no tengo que llenar la almohada con falsas lágrimas por haberme vendido al mejor postor.
Seguiré creyendo en la utopía de que un mundo es mejor si todos aportamos nuestro grano de arena. Y sé que mi recompensa llegará. Dios pone a cada uno en su sitio, puede que creamos que no en esta vida finita; pero si lo hará en el Reino eterno.
Mientras tanto, sólo queda seguir luchando y sacando una sonrisa de la tristeza para alegrar la vida a quienes lo pasan aún peor.