No siempre las cosas son como queremos. A veces, el sorpresivo devenir de la vida nos empuja a caminos por los que jamás pensamos caminar. En ocasiones nos manda lejos, alejados de la familia y los amigos. Otras, pocas, juega a su antojo con los sentimientos más profundos para acercar lo lejano; para hacer posible lo imposible.
Sorpresas que son la sal de la vida de un hombre, que camina asustadizo entre marismas buscando el camino recto que le haga más feliz. Pero las marismas cambian con cada marea y lo que ahora es tierra, luego es mar. Y te obliga a volver a atrás, deshacer lo andado y volver a caminar por un sendero desconocido.
Es fácil, dicen, perderse por las marismas. Pero cada paso dado en el laberinto de aguas rojizas nos hace más sabio, nos enriquece. Cada paso dado, aún creyéndonos perdidos, nos acerca un poco más a la victoria.