Ayer me vi obligado a oír las noticias sobre la tristeza de Ronaldo. Los telediarios y las radios daban la noticia: el astro portugués está triste, y con eso rellenaban horas y horas de emisión; como solo una semana antes las llenaba Gordillo y sus muchachos. Y eso me lleva a pensar que este país está ávido de noticias que no tengan que ver con la crisis. Ya que, me tendrán que perdonar, pero la ruta andalusí de Gordillo, en el fondo, no ha pasado de bufonada válida para los días estivales. El país está en crisis, sí. Y en algunas tertulias y prensa se abre con la noticia del rescate solicitado por Andalucía y Cataluña, pero en la calle la gente habla de Ronaldo. Quizá estemos hastiados de pesimismo. España, esta España nuestra tan plural y loca, siempre ha buscado la felicidad. Nuestra historia está marcada por crisis y pobreza; y por hombres que sacaron su orgullo para hacerle frente, felices en sus escasas posibilidades, trabajadores de lo que fuera, honrados y humildes.
Ahora, como entonces, una casta superior se convierte en el objeto de nuestros ataques: los políticos. Esos a los que un cantero anónimo ya insultase sobre piedra en el Gades de los Balbos al toque de cincel. Ladrones, le llamó aquel anónimo indignado del siglo I a.C. Ladrones, les llamamos ahora puliendo nuestras palabras en twitter. Pero aún así, a pesar de que en este reino siempre robaron los gobernantes, sus gentes alzaron la cabeza, se partieron el alma y se batieron el cobre para salir adelante. Y eso nos convirtió en país de fulleros y picaros. También hoy seguimos siéndolo; solo que ahora mucha de nuestra pillería va encaminada al propio estado, convirtiéndonos en un país de subvencionados –los muchachos de Gordillo pedían un nuevo PER con necesidad de menos jornadas, pero no pedían trabajo, por ejemplo-. Y eso es malo, muy malo. Países como Cuba se han acostumbrado a vivir del subsidio, y eso coarta la libertad de las personas; acalla los sueños de los emprendedores y, al final, afecta a todo el país. Este país, el nuestro, cada día es más un país de parados y funcionarios. Y eso no se puede mantener, por más que, como Ronaldo, lloren unos y otros –con mucha más razón los segundos por todo lo que han perdido en este año-.