Definitivamente debo ser raro. Y mucho. Estos días ando con ilusión renovada, esperando que en muy poco tiempo, menos de un mes tal vez, pueda tener entre mis manos algo que he deseado desde hace mucho. Y ahora, sabiendo que la posibilidad de recorrer con la mirada cada una de sus líneas curvas está tan próxima, ando que no que quepo en mí. Sobre todo porque no es sólo la posibilidad de observarlo, también de estudiarlo y buscar tesoros escondidos entre sus recovecos.
Debo ser raro, pero es pensar en poner mis ojos sobre esos archivos que -si Dios y los hombres quieren- tendré pronto en mi manos para pegarle otro buen empujón a la tesis y la sonrisa viene a mis labios como acude a los del enamorado sabiendo que pronto verá a su amada. Problema, me temo, de no tener más amor que a la Historia.