Hace justo dos años, tal día como hoy estaba justo en el mismo lugar que hoy: Cumbres Mayores. Un lugar que ya se ha convertido en parte del imaginario colectivo de mi grupo de amigos, por ser dónde encontramos por primera vez a Willy. Un tipo serio, algo callado, que se pasaba las horas hablando de una chica que había conocido al otro lado del mundo y con la que pasaba mucho tiempo al teléfono.
Aquel Willy que compartía habitación conmigo, vuelve a estar hoy con nosotros, pero ya no habla por teléfono con la mujer que conoció al otro lado del mundo, sino que ella también está aquí. Y también otros, algunos nuevos, otros viejos. Sin embargo, algo cambia. Faltan demasiados de los que estuvieron aquellos cuatro días inolvidables y que, por diferentes motivos, no han podido volver.
No importa, los llevamos en el recuerdo como parte intrínseca de estos días diferentes en los que la familia elegida, esa que se compone de hormigas, se reúne una vez más en un lugar que se ha vuelto mágico e inseparable de la historia de la Marabunta. Y, desde luego, de la mía.