Dos millones de peregrinos soportando el calor y la lluvia son suficiente premio para todos los que hemos defendido las JMJ por encima de criticas infundadas.
Ayer vi dos millones de persona cantando bajo la lluvia, con la sonrisa en la cara en una fiesta pacifica. Y pensé: solo una cosa les movía, ver a una sola persona que no es el Papa, sino Cristo, Y me sentí feliz porque fue capaz de reunir a dos millones de fieles para juntarse a rezar, reír, bailar y cantar. Y, sobre todo, para dejar constancia de que el catolicismo no está muerto.