Hay veces que uno no tiene ganas de hacer nada y mucho menos de meterse en una reunión durante todo el día nada más y nada menos que en Madrid -con la caló-. Mucho menos si resulta que debes irte un día antes, más que nada porque el viaje baja cerca de 200€, cosas del transporte público en verano. Y aún menos si el día antes, ayer, lo pasaste rodeado de un pequeño pero magnifico grupo de amigos -y de 200.000 personas más- en una grandisimo día de playa.
En fin, hoy me toca viaje de avión hasta Madrid, pasar el día por allí sin que estén mis amigos y desesperado porque es festivo y las librerías -mi vicio confensable junto al comer- estarán cerradas. A mi favor: aprovecharé para trabajar y escribir, que hay alguna cosilla por ahí que anda más parada de la cuenta y los cuentos, como las leyendas, deben avanzar a su ritmo para dejarnos su moraleja.
Prometo ir por la sombra y si no nos leemos, el miércoles -o el jueves- volveremos.