A tres días de coger las vacaciones la situación comienza a ser clara: necesito rutina. Todo el mundo espera con ansias esos días marcados en rojo en el calendario para largarse del trabajo y colocarse el bañador. Pero yo, por alguna razón incomprensible tal vez unida a mi locura racional, no lo espero. Necesito tener ocupado mi tiempo y la siemple mención de dos meses de ociosidad pueden conmigo.
Sé que los primeros días de mi nuevo estatus serán cogidos con ganas y que del jueves al jueves siguiente, seré un hombre feliz que dormitará la siesta en la playa (mis amigos tienen la loca idea de que las 4 de la tarde es una buena hora de sol) los días que baje, y me daré largos paseos a la orillita del mar en las mañanas. Pero tras una semana con rutina de jubilado infartado mi vida se volverá aburrida, monotona y anodina… creo que me iré de archivos, en una de esas vacaciones solo permitidas para un friki de pro, para pasar mis días entre legajos y polvo de hace 500 años.