
-Oye, ¿yo no te he visto a ti en bici?..
-No creo
– Sí, sí, subiendo la Cuesta de las Calesas como si fueras el Indurain de la Caleta.
-Que no, chaval, que no puede ser.
-¡Joe! si te ví ayer.
-¡Que no, coño!
Dijo mostrándole la lesión que tenía en la pierna y que le impedía doblarla. El Hetero, avergonzado, se alejo del primo de Manolo, para venir a decirme que había metido la pata con el pobre chico. Cogió un vaso de cerveza y se dispuso a llevárselo, “para resarcirme, ¿sabes?”
Siguió hablando con él, intentando concentrarse en la conversación, mientras una chica, amiga de María, comenzaba a saludarlos desde lejos. Con la mano. Sonriente. Faltándole soltar un “yuju” que dejase a las claras que estaba saludando. El Hetero la saludó varias veces, hasta que comenzó a cansarse.
-Joder, que pesada la niña esa. A ver cuando se entera que no quiero nada con ella. Que además de fea es un coñazo.
-Y mi novia….
Creo que esa fue la primera vez que escuché a alguien hablar mal del Hetero. Pero, si les soy sincero, y sin ser el primo de Manolo, yo también habría hablado mal. Pero como no soy el primo de Manolo y sí el amigo del Hetero no puedo más que reconocerles, que aún hoy, sigo riéndome de aquello.
También yo me río, porque además, ese tipo de cosas pasan, y demasiado a menudo además.Muy divertido.
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Si, que pasan si, que se lo digan al protagonista si pasan. Claro que yo también soy propenso a esas \»gambadas\»
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