Llevo una semana hablandoles de la amistad. Y hoy, domigo, último de estos días de exaltación del compañerismo, terminaré hablandoles de una película. Podría hablar sobre cualquier otra, pues son muchas las cintas que tratan sobre la amistad. Pero he elegido está porque sí. Porque Cocom se la sabía de memoria y era capaz de repetir el dialogo integro. Porque la he visto muchas veces con mis amigos. Tal vez porque se estrenara en una época en la que ya empezaba a disfrutar con ese cine (1985) o, porque no decirlo, me gusta.Solo Mickey cree que el tesoro de Willy el “tuerto” esté escondido bajo la tierra. El resto le sigue para pasar unas últimas horas juntos. El final de los Goonies y el principio de una nueva vida. Aunque al final el cine es benevolo y un acto simple acaba salvando su amistad. No sabemos por cuanto tiempo.
Y es que esta película, más allá de ser buen cine de aventuras, nos ofrece una gran lección: el poder de la amistad. La amistad del grupo, que se adentra en el corazón de la tierra sólo por no desencantar a Mickey. La extraña y casi imposible amistad de Gordy y Sloth, que enriquece a ambos y, al final, a todos. Y las pequeñas cosas: un saco de cánicas que salva a todo un pueblo. No importa que el barco se vaya a pique. No importa que las riquezas de Willy el “tuerto” naveguen a un destino insospechado. Solo importa que Los Goonies seguirán juntos un año más. Al final, ese fin de semana, les trae el mayor tesoro del mundo: amigos.
Ver películas como ésta siempre trae buenos recuerdos, vi Los Goonies cuando era muy pequeña y sin duda de las mejores películas que en aquel entonces me hicieron sentir alegría y felicidad, es una película que vale la pena ver.
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