Pero, aquel día, fui yo quien descubrí en mis ojos el horror de la verdad. Fui a buscar a mi amigo, como cada día durante todo el verano. La puerta abierta, como cada día durante todo el verano, invitaba a entrar en una casa de sobra conocida. Un pasillo abierto hasta su habitación, un camino que llevaba hasta él y que pasaba por la abierta puerta del baño. Ruido de agua corriendo que indicaba vida en la casa. Una mirada inocente al interior del baño, tal vez mi amigo estuviera lavándose la cara.
Corrí. Salí de aquella casa como si mis ojos hubieran visto el peor de los crímenes. Tal vez lo hicieron. La belleza de la desnudez perdió todo su sentido. La vergüenza sonroso mi rostro durante el verano. No volví a entrar en aquella casa sin mi amigo. No me atrevía a mirar a los ojos a un cuerpo que me había mostrado su realidad: un poeta diría que la belleza de la senectud. Para mí, solo, el cuerpo desnudo y arrugado, horrenda visión clavada en la ventana de la mente, de la abuela de mi amigo.

hubiera preferido no leer el artículo. solo espero q esta imagen no me acompañe el resto de mi vida…
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Si lo hubieras visto y no leído te acompañaría….
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