¡Malditos relojes!

Han vuelto, bajitos, chiquititos, siempre de cuadros rojos, o azules, o verdes. De la mano de alguien mayor: un abuelo, un tío, su padre o su madre. Felices, siempre felices. Contentos por ir o por venir del colegio. Riendo con sus amiguitos, de la misma estatura, con los mismos babis de los mismos colores. YSigue leyendo «¡Malditos relojes!»

¡Estos dioses envidiosos!

Vaya por Dios, o por mí, que en esto de la divinidad somos como en el escondite: “por todos mis compañeros y por mi primero”. Pero vaya por alguno de nosotros. Hay cosas que no deben ocurrir y se ve que San Google, ascendido a los altares virtuales pero no al Monte Saphon (que esSigue leyendo «¡Estos dioses envidiosos!»

Fisuras en la divinidad

Vaya, parece que mi divinidad está teniendo fisuras. Yo, ser perfecto donde los haya. Cierto que no la perfección que muchos aceptan como tal. Pero ya se sabe, todos los genios somos unos incomprendidos. Al igual que las mejoras científicas. Que se lo digan a Copérnico o a Galileo. Aunque en mi caso la mejoraSigue leyendo «Fisuras en la divinidad»