Te he perdido y no puedo hacer nada para recuperarte. Mis días se vuelven grises, melancólicos, lluviosos, en tu ausencia. Me ahogo en un mar de barro. Lodazales que crecen a mí alrededor. Que cortan las carreteras de mi vida y anegan los campos hasta encharcar mi alma. Me siento mojado en tu ausencia, mirando a un cielo que llora tu perdida. Que ruje con la furia de la tormenta gritando que te has ido, y quién sabe si volverás.
Quiero que vuelvas. Quiero que levantes las nubes, que traigas el sol a mi vida. Y lo grito a los cuatro vientos, esos que ahora se vuelven bravos. Pero nadie me ayuda. Nadie puede ayudarme a conseguir tu vuelta. Por eso lloro, escondiéndome en húmedos rincones de la lluvia que mancha mi espíritu. Y suspiro. Suspiro preguntándome dónde estás. Dime, ¿a dónde fuiste, Anticiclón de las Azores?