Al mirar los ojos francos de Luna y Lula no puedo dejar de pensar en miradas. En las miradas que se cruzan con las nuestras. Tristes, alegres, pensativas, sinceras, limpias y sucias. Envidiosas o rastreras. Ojos que dicen ser espejo de un alma del que carecen los animales, por eso nosotros somos humanos, diría alguno, y ellos solo animales. Pero su mirada es limpia, un remanso de paz frente al odio y la sin razón que muestran muchos ojos humanos. Espejos de almas manchadas por los pecados del siglo XXI: la avaricia, la competitividad, la envidia,…
Personas que se convierten en puerto seguro en el que nuestras naves pueden descansar. En remansos de paz bañados por miradas tenues, pero tan vivas que no podrías vivir sin ellas.
Texto: Javi Fornell
